Es muy probable que en algún momento de nuestras vidas suframos por dolor de espalda, al comprender desde las vértebras cervicales hasta la zona sacra, es muy común sentir dolor en la zona de las lumbares. Se puede pensar que el origen de este malestar proviene de hacer deporte, malas posturas, o levantar cosas pesadas, sin embargo, en nuestro día a día son múltiples las ocasiones en las que realizamos algún movimiento que es perjudicial para nuestra espalda. Existen razones que no son tan evidentes pero que nos pueden estar afectando, por ejemplo, llevar un calzado que no sea adecuado, esto puede acarrear dolor no solo en la espalda, también en los pies y los tobillos.
En muchas ocasiones, el calzado que sueles utilizar está relacionado con tu dolor de espalda. Sucede que al llevar un calzado que te dé un soporte inadecuado para el arco del pie, se está provocando una tensión extra que va directo a la espalda.
Hablando más específicamente, si se utilizan tacones la tensión se dirige a la espalda baja, ya que lo común es que la alineación se desvié. Mientras que el usar chanclas ocasiona dolor en distintas zonas del pie, pudiendo subir hasta el tobillo y rodilla.
Posiblemente los zapatos especializados no sean del todo estéticos, pero si tu dolor de espalda es intenso, por qué no pensar en visitar a tu podólogo y cambiarlos unos zapatos estéticos por otros que te pueden ayudar. Esta también podría ser una forma de prevenirlos.
Pero si no quieres llegar a tener que usar calzado especializado y quieres comenzar a proteger tu espalda desde ya, existen ciertos consejos que pueden ayudarte a escoger tus zapatos del diario para prevenir molestias o que te ayudarán con ese dolor de espalda que podrías estar experimentando:
- Lo mejor es evitar un zapato que sea plano o que tenga una suela muy delgada.
- Puedes utilizar plantillas que sean de gel, esto por supuesto te protegerá del impacto, además de proporcionar un buen soporte para el arco de tu pie, una óptima distribución de tu peso y, muy importante, una disminución de tensión sobre tu espalda baja.
- Busca calzado con suelas suaves, flexibles, sobre todo si los usas para correr o para trabajar.
- Es probable que tengas un par de zapatos favoritos, pero, aunque te gusten mucho, no es recomendable usar siempre los mismos pares. Lo mejor es cambiarlos de vez en vez, ya sea que vayas a trabajar, caminar, correr o salir de compras.
- Escoge correctamente la talla del calzado; es decir, el espacio que tendrá tu pie dentro del mismo. No es bueno comprar uno muy grande, pero tampoco lo es comprar algo que quede muy ajustado. Entonces, ¿de qué medida comprarlo?, sencillo, uno que te proporcione una movilidad óptima.
- Usa calcetines adecuados, también debes poner atención en el tipo de calcetines que usas. Cuando vayas a comprar zapatos ve con el tipo de calcetín que usarás para ese calzado en específico.
- Cuando se trate de un calzado nuevo y sea la primera vez que te los pruebas, no te quedes sentado, camina, ponte el calzado en ambos pies y camina más. Así te aseguras que ambos pies estén comodos
- Trata de comprar tu calzado lo más tarde que puedas. La razón es simple, es a últimas horas del día cuando el pie está expandido o hinchado por todo el día. Por lo que si esperas a la tarde no te llevarás sorpresas como que el calzado te aprieta después de usarlo durante algunas horas, y por lo tanto no te cortará circulación del pie, sobre todo si lo necesitas para hacer largas caminatas.
- No compres calzados estrechos, es decir, aquellos que en la punta va apretando los dedos, pueden ser muy estéticos, pero tu espalda se resentirá. Recuerda, el pie debe poder moverse libremente.
- Si has decidido comprar tacones, por favor que no sean de más de 3 centímetros. El peso debe ir repartido por todo tu pie y no solo en la parte de delante. Por lo que si compras tacones muy altos se creará una tensión innecesaria en tu espalda.
Recuerda si tienes alguna consulta o duda adicional sobre el tema puedes acudir a tu podólogo de confianza para que pueda asesorarte sobre el calzado ideal para ti, tomando en cuenta las características de tu pie y las actividades diarias que realizas.
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